“Morfología de Buenos Aires
Enlinea FADU-UBA

Diego Boyadjian Arquitectos / Prensa  / “Morfología de Buenos AiresEnlinea FADU-UBA”

“Morfología de Buenos Aires
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Trama y altura en la ciudad contemporanea

Las ciudades crecen cada vez más, la población elige las áreas urbanas sobre las suburbanas para habitar el planeta. Esta es una tendencia que marca el presente y el futuro de las grandes metrópolis.

Los arquitectos, codificadores y empresarios de la construcción somos a quienes nos toca abordar la creciente demanda de viviendas en las urbes.

Se trata de dar respuesta a la voluntad de los habitantes quienes, por algún motivo que aquí no analizaremos, prefieren desarrollar su vida no tan lejos de otras personas, eligen la densidad frente a la periferia.

Las ciudades están formadas por múltiples capas superpuestas que dan cuenta de su crecimiento a través del tiempo. En ellas permanecen las morfologías e infraestructuras del pasado, todas estrategias de planificación que respondían a necesidades previas. Lo nuevo no reemplaza todo lo viejo, sino que se superpone como una nueva capa.

La convivencia de lo heredado con las intervenciones posteriores es lo que da valor a nuestras ciudades y las fueron convirtiendo en paisajes de gran riqueza.

Cada nueva superposición genera un conjunto con una nueva fisonomía, las ciudades son organismos vivos que han hecho de su urbanismo una cultura con identidad propia producto de esta variedad, densidad y aglomeración.

Las buenas operaciones tienen la capacidad de generar un conjunto superador respecto del existente potenciando sus virtudes, aportando nuevas ideas y resolviendo necesidades actuales.

La trama de ciudades como la de Buenos Aires nace en la época colonial como una estrategia ordenadora y de fácil crecimiento, esa impronta marcó el desarrollo y es la huella mas fuerte que aun conservan.

Calles angostas pensadas para el tráfico de carretas, lotes profundos y angostos aptos para edificaciones de pocos pisos, manzanas de dimensiones relativamente chicas planificadas para la peatonalidad en vez de la vehicularidad actual. Las ciudades cambiaron, crecieron y evolucionaron y la trama ha resultado, en algunos casos, ser un obstáculo más que una ventaja.

La mayor densidad provocó el crecimiento de la altura en las construcciones, la evolución tecnológica permitió elevarse del suelo cada vez con menos esfuerzo haciéndolo mas rentable y asequible, las metrópolis se convirtieron en paisajes dignos de ser contemplados desde lo alto, desarrollamos ese placer por la altura.

Posiblemente la altura sea la variable más significativa que los tiempos modernos le aportaron a nuestras ciudades, pero sabemos que no es una convivencia sencilla, las tramas, calles y lotes no estaban planificados para esto. Esta superposición generó conflicto de planificación, arquitectónico e incluso social. Pero ese conflicto fue y puede ser una gran oportunidad para redefinir las metrópolis o bien un recurso descontrolado que genere caos urbano.

La ciudad de la trama o la ciudad de las torres, las grandes metrópolis navegaron siempre entre estas dos pulsiones, el legado del pasado o la evolución del presente.

Implantar torres en la trama urbana suele provocar opiniones encontradas, es que muchas veces estas operaciones no tuvieron el respeto necesario con lo existente ni la inteligencia proyectual para adaptar una tipología actual a un entorno consolidado.

Pero la edificación en altura no debe imaginarse exclusivamente como una irrespetuosa pieza exenta y con su perímetro libre en medio de una manzana consolidada, estas operaciones pueden ser resueltas con estrategias arquitectónicas que den cuenta de la morfología existente, mejoren la experiencia urbana y tengan la capacidad de redefinir el espacio público en términos contemporáneos. Edificios lo suficientemente complejos morfológicamente como para respetar lo existente, aportar calidad peatonal y crecer en altura.

Pensemos en las muchas áreas consolidadas de las ciudades han quedado relegadas por tener una arquitectura obsoleta para nuestros tiempos pero que a su vez están dotadas de buenas redes de servicios y transportes por un lado y también están arraigadas a la memoria de los habitantes por ser legado del pasado.

Las nuevas formas de habitar en altura materializadas con intervenciones adecuadas pueden reimpulsar esas áreas y devolverles su antiguo rol protagónico en la economía y dinámica urbana.

Planificar el crecimiento de las ciudades implica también abordar temas económicos, entender que la rentabilidad inmobiliaria es un factor fundamental para lograr una ciudad activa, productiva y dinámica es esencial.

Regular, proyectar y controlar el negocio inmobiliario es la clave para encauzar una fuerza productiva necesaria para el desarrollo urbano.

La densidad da identidad a nuestras ciudades, es el motor de su economía y evolución, asegura que los comercios funcionen, que la infraestructura sea eficiente y los espacios públicos sean habitados. La densidad no implica necesariamente superpoblación y representa una importante variable cuya correcta planificación asegura una ciudad sustentable y accesible para todos.

La edificación en altura, la torre, es la tipología que aporta esa densidad a la ciudad, muchos habitantes usando poca superficie de suelo.

Las torres provocan un fuerte impacto, pueden ser excelentes instrumentos de desarrollo o grandes generadores de conflictos según donde se las implante, su localización desde el planeamiento resulta ser la clave para asegurar su adecuada convivencia con lo existente.

Los edificios en altura pueden liberar parte de su terreno aportándolo como espacio libre y así establecer nuevas áreas públicas, asegurar el uso de estas áreas en todo momento del día, impulsar el desarrollo de la actividad comercial, cultural o recreativa. Por otra parte, las torres permiten la rápida densificación de un sector periférico que se desee desarrollar y así justificar la costosa infraestructura que esa nueva área requiere.

Los edificios en altura aseguran a sus habitantes no solo excelentes vistas sino también viviendas con adecuadas condiciones de ventilación e iluminación, eficiencia de servicios comunes y un modo de habitar contemporáneo que permita flexibilidad espacial y de usos.

Las formas de habitar están en permanente evolución, los límites físicos y temporales entre el trabajo y el ocio se diluyen cada vez más. Cambiamos constantemente la manera de habitar y estas tipologías acompañan estos nuevos hábitos.

Creo que las torres representan un recurso necesario para planificar nuestras ciudades, la gente elige habitarlas. No aseguran una adecuada convivencia con la ciudad existente, pero un edificio más bajo tampoco lo hace.

Desde algunos sectores sociales se ha etiquetado a la edificación en altura como destructora de la ciudad, también se planteó esta visión desde cierto sector académico local.

No creo adecuado adjudicar a una tipología arquitectónica tal responsabilidad, como casi siempre en arquitectura y planificación todo depende del lugar adecuado para cada tipo de operación. Es el “como” y el “donde” más que el “que” lo que define el éxito o fracaso de una intervención urbana en altura.